Pagar el trabajo doméstico no remunerado activaría la economía investigadora

México, 19 de mayo/Notimex. En México, 80 por ciento del trabajo doméstico no remunerado es realizado por mujeres y si fuera una actividad bien pagada, la economía sería mucho más activa, afirmó la especialista del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Pilar Velázquez Lacoste.

La investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) refirió que el valor del trabajo doméstico no remunerado representa casi 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Esta tarea, dijo, está asociada con las labores de limpieza de la casa, lavado y planchado de ropa, compra y preparación de alimentos; cuidado, crianza y educación de los niños, además de la asistencia a enfermos y adultos mayores, que parecen irrelevantes pero que sin ellas el mundo social, económico y político no se pondría en marcha.

“Si no están resueltas, ningún sujeto realizaría sus labores cotidianas con disposición plena de tiempo y los otros espacios de interacción social no funcionarían adecuadamente”, sostuvo.

La especialista aseguró que la razón por la que estas labores no están valorizadas es histórica y cultural, pues por siglos, a las mujeres se les ha disociado de la noción de trabajo.

Por el contrario, anotó, se les ha vinculado al mantenimiento del orden de la casa y de los integrantes de la familia, sin remuneración alguna, y se ha asumido que son tareas que por naturaleza les corresponde llevar a cabo.

En el imaginario social estas actividades carecen de importancia, incluso las mismas mujeres lo consideran así, pues hay una idea extendida y compartida socialmente de que no son un trabajo, de que carecen de prestigio y son realizadas por naturaleza por el género femenino y en consecuencia no requieren de remuneración, resaltó.

“Es prioritario modificar el orden cultural que ha determinado como deber de ellas asumir estos quehaceres por amor, solidaridad o compromiso, y por ser madres, esposas, hermanas o hijas. Debemos impulsar prácticas de corresponsabilidad para que los hombres también realicen estas actividades”, planteó.

Agregó que los adultos somos responsables de las conductas e ideas que transmitimos a las nuevas generaciones, pues «si educamos en una lógica en la que todos los miembros de la familia compartan las tareas del hogar, formaremos ciudadanos que las asuman de manera equitativa”.

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