Museo del Prado exhibe obras restauradas de Antonio María Esquivel

Madrid, 09 de julio/Notimex. Tras su restauración, realizada en los últimos años, el Museo del Prado presentó tres importantes obras religiosas de Antonio María Esquivel, pintor español de temas románticos y retratista, originario de Sevilla, sur del país.

La sala 60 del Museo del Prado es un espacio de presentación de colecciones del siglo XIX creada para mostrar de forma rotatoria conjuntos de obras de esta centuria elegidos entre sus amplios fondos por su interés y calidad.

Las obras expuestas de Antonio María Esquivel, poco conocidas para el público, pero sobresalientes en su trayectoria, son: La caída de Luzbel, El salvador y La virgen María, el niño Jesús y el espíritu Santo con ángeles en el fondo.

Entre ellas, solo la primera se había expuesto, durante muy poco tiempo, en el Casón del Buen Retiro.

El conjunto permite comprender los principios del estilo de este artista, fundado en buena medida en la pintura barroca andaluza, de la que se consideraba su principal valedor, en oposición a otras tendencias que favorecían el dibujo frente al colorido.

Realizadas en su madurez, muestran una formación académica atenta al estudio de la escultura antigua y la precisión anatómica.

La caída de Luzbel fue un regalo del artista al Liceo de Madrid, en testimonio de efusiva gratitud por la ayuda que los socios de esta institución, a la que estaba vinculado, le prestaron para la curación de la ceguera que padeció durante un tiempo.

Realizada como El Salvador, sobre un lienzo muy tupido que da homogeneidad a la superficie pictórica, presenta un colorido de gran riqueza. La crítica celebró la novedad iconográfica de presentar la victoria, sin armas, del Bien sobre el Mal.

El Salvador es obra casi desconocida y, tras levantarse su depósito en 2001, se ha recuperado después de una laboriosa y larga restauración.

El énfasis del artista en la representación de la anatomía del torso de Cristo y en el tratamiento de los paños hace destacar con solidez las figuras sobre los tonos dorados del fondo.

En ello se muestra un giro hacia una mayor valoración de los volúmenes que culmina en el siguiente cuadro expuesto, La virgen María, el niño Jesús y el Espíritu Santo con ángeles en el fondo, donde aunó las referencias a Murillo, a la monumentalidad clásica y a la exactitud anatómica.

Este lienzo se recuperó de su depósito en 2000 y se restauró en 2011 para la exposición internacional Portrait of Spain: Masterpieces from the Prado.

En el pasado participó en la Exposición Nacional de 1856, en la que también figuró su Autorretrato, el último de cuantos realizó.

Su interés en la representación de su propia imagen, mayor que el de ningún otro artista español de ese periodo, revela la estima y consideración que tenía del ejercicio de su profesión.

Esquivel estuvo muy vinculado a los escritores de su entorno. De muchos de ellos realizó retratos, como el que se expone de José de Espronceda, el más sobresaliente poeta de su tiempo, interesado en el tema luciferino y que intervino leyendo un poema en la sesión que en 1840 celebró el Liceo a beneficio de Esquivel.

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