Alberga La Huaca algarabía del puerto de Veracruz

Veracruz/Notimex. A cada paso que se da en el barrio de “La Huaca”, es imposible no notar el antojadizo olor de las picadas, y es casi inevitable no moverse al ritmo de la cadencia del son jarocho.

Las historias, las risas y las conversaciones que se dan entre sus calles y pintorescas casas de madera con más de 300 años de historia, resplandecen orgullosas de mantener viva la alegría veracruzana.

La ola de violencia e inseguridad que aterra al estado no es perceptible a primera vista en este sitio. Su gente, se rehúsa a sucumbir al miedo de vivir en un estado azotado por la violencia e inseguridad.

En los años 70, “La Huaca” fue famoso por ser el “barrio bravo” del puerto. Las anécdotas de aquellos años de oriundos y foráneos, hablan de lo común que era ser asaltado y quedar en ropa interior, si por distraído te perdías entre sus calles.

Hoy, el sitio que fuera temido por su mal ganada fama de “peligroso”, paradójicamente, es el lugar del puerto y quizás de todo Veracruz, donde la algarabía porteña ha sabido mantenerse intacta.

Antes de llegar a su “guarida”, los ritmos tropicales que emanan de su bocina, se escuchan hasta dos cuadras a la redonda. Su apodo, no puede ser más oportuno. “Rey”, le llaman.

Debajo de la banqueta, haciendo caso omiso de las reglas de vía pública, se encuentra la “mesa redonda”, como Melchor González Orozco le nombra al viejo pedazo de madera en donde él y sus amigos se reúnen para ver “pasar la vida”.

“Mi barrio es muy bonito, tiene historia, bastante historia”, suelta sin más, Melchor o “Rey”, como le dicen los transeúntes que pasan por ahí.

Sentado en su “trono”, una pequeña silla de madera, “Rey” rememora la historia que le han contado sus padres y abuelos sobre “La Huaca”, el barrio forjado por esclavos.

“(Los conquistadores) ya venían de Cuba y otros lugares, por lo que traían a negros africanos, jamaiquinos y de varias partes del mundo, y aquí se estableció una colonia de negros”, dice.

De acuerdo a la página de internet del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las pintorescas y populares casitas de madera que aún se conservan en las ocho manzanas que abarca el barrio, fueron construidas durante el siglo XVII por la comunidad negra.

“(El barrio de la Huaca) ha venido cambiando mucho, porque antes era un barrio de pescadores, cargadores, abridores, la mayoría de la gente trabajaba en el muelle y se empezaron a formar los patios, la gente humilde vivía en vecindades de 30, 40, 50 o 60 cuartos”, comenta “Rey”.

Las pintorescas viviendas resguardan muy bien el ajetreo que tienen en sus entrañas, ya que por cada fachada que se aprecia por la calle, en su interior a lo largo, alberga mínimo otras ocho casas.

“69 años bien bailados”, menciona divertida detrás de su pequeño portón de madera, Concepción Hernández García, vecina de “La Huaca”.

“El barrio tiene fama de peleonero, ratero, pero no son los rateros de aquí, son otros que viene de otro lado. Somos muy amigables, si tú quieres pasar al baño, puedes pasar. Somos muy bullangueros, nos vemos unos a otros, somos muy unidos”, afirma.

La personalidad de todo un barrio, jamás se ha visto tan bien reflejada en sus casas, como en el barrio de “La huaca”. Pequeñas, acogedoras, familiares, un verdadero hogar, así son las casas de esta zona.

“Todo apretadito, para que quepa y se sienta mejor”, menciona pícara Concepción, mientras toma asiento en su sala-comedor de techos bajos, paredes de madera y con cientos de chucherías por doquier.

Orgullosa de su hogar, el ama de casa describe que cuando ella y su esposo llegaron a vivir aquí hace 51 años, el recinto tenía ya más de cien años de vida.

No obstante, el centenario de su hogar no se percibe por ninguna parte, pues a lo largo de los años, Concepción se ha encargado de darle mantenimiento, principalmente a las tablas de madera con las que está construida su casa.

Además de las pintorescas casas, el barrio de “La Huaca” alberga el callejón de Toña la Negra, la cantante y actriz de origen afrodescendiente que maravillo a todo el país.

La vida aquí transcurre entre la calma y la algarabía, o como diría “Rey”, “ya nos dedicamos a pasar nuestra vida tranquila, escuchando música, comiendo lo que se debe de comer” ¿y qué se debe de comer? “lo mejor”, menciona sin dejar de saborear su langosta.

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