Buscan acercar a niños a las letras

Redacción/Xalapa. Para acercar las letras a las niñas y niños que participan en el curso de verano ¡Al fin vacaciones!, en el Centro de Gestión Comunitaria (CGC) Arroyo Blanco, se presentó el montaje Galeano: Pensar la América con el corazón, extractos de Memoria del fuego, narraciones que el autor uruguayo concibió como un ejemplo escrito de la tradición oral de los pueblos latinoamericanos.

La actriz, cantante, música y directora teatral de la Universidad de Chile, Samanta Elena Pizarro Aliste retomó las palabras de Eduardo Galeano para representarlas ante las personas presentes acompañada de su acordeón, para que -como señalara el propio escritor en su obra- la audiencia sienta que todo vuelve a suceder en la medida en que escucha.

El performance comienza en 1916, cuando en algún lugar de Buenos Aires, Argentina, Isadora Duncan bailó el Himno Nacional Argentino desnuda y apenas cubierta por la Bandera de aquel país, siendo abucheada por el público, quien –dice Galeano– no entendió su naturaleza liberal y artística.

En un viaje de más de 7 mil kilómetros, Elena Pizarro interpretó Paloma Negra, en su acordeón para luego contar la historia de los indios tarascos de Ocumicho, Michoacán, quienes desde tiempos inmemoriales han mantenido su sentido de comunidad, tomando como ejemplo la anécdota de las alfareras, que firmaban sus piezas en nombre de otras compañeras sin importar créditos o egos personales.

También, narró que en 1917, el muralismo mexicano alcanzó su auge, como un arte nacional nacido de la Revolución, con más detractores que simpatizantes, y que Diego Rivera portaba una pistola en la cintura para “orientar la crítica”, de acuerdo con Eduardo Galeano.

Al avanzar en la historia de América Latina, se refirió al año 1948 y el Bogotazo, disturbios originados a raíz del asesinato del líder del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, quien tendría un encuentro con un joven estudiante cubano: Fidel Castro.

También se contó la historia de Didasko Pérez, preso político uruguayo que en 1976 recibió un dibujo peculiar de su hija. Elena Pizzaro explicó que –de acuerdo con Galeano- durante esos años, a estos presos se les tenía prohibido recibir dibujos de aves, pero que uno de ellos obtuvo el trazo de un árbol con extraños círculos entre el follaje.

“- ¿Son naranjas?,¿qué frutas son?- preguntó. La niña lo hace callar: -Ssshhhhh- Y en secreto le explica: – Bobo ¿no ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas”.

Todas estas historias forman parte de la trilogía Memoria del fuego, concluida en 1984, al final del exilio del autor.

Finalmente, Elena Pizarro definió esta experiencia como una oportunidad de difundir “este desastre y maravilla llamada América Latina”, para hacer memoria de lo que ha pasado en esta tierra alrededor de las luchas colectivas que continúan a la fecha.

Asistió la regidora titular de la Comisión de Bibliotecas, Fomento a la Lectura y Alfabetización, María Consuelo Niembro Domínguez, así como el subdirector de Cultura, Diego Salas Avilés.

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