Caso Assange: ¿libertad de expresión o seguridad nacional?

Londres/Notimex. El afán del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, por exponer la verdad filtrando en su plataforma secretos de gobiernos y organizaciones internacionales, sin ver las consecuencias sobre seguridad nacional, lo ha llevado a convertirse en víctima de una persecución política.

El caso Assange es un precedente histórico para el periodismo, pues envía una señal a otros comunicadores de Australia y del mundo que se dedican al periodismo de investigación sobre asuntos de seguridad nacional, consideró el vocero de WikiLeaks, el periodista islandés Kristinn Hrafnsson.

Denunció que Assange, un programador y periodista australiano de 48 años de edad, es víctima de una persecución política, la cual se está ejecutando mediante una cadena de golpes internacionales para amordazar al periodismo de investigación.

Con el objetivo de exponer la verdad, hundir el sistema y crear luego un orden nuevo, WikiLeaks, la plataforma digital que Assange creó en octubre de 2006, publicó en 2010 más de 90 mil documentos confidenciales del Pentágono y del Departamento de Estado, secretos que había robado la exanalista de inteligencia militar, Chelsea Manning.

Los cables diplomáticos expuestos por WikiLeaks daban cuenta del impulso a las primaveras árabes de 2011 y expusieron el apoyo de los gobiernos occidentales a los regímenes autoritarios del norte de África. Además, ayudaron a entender que la guerra en Irak, iniciada en 2003, fue un error.

El Pentágono sufrió la mayor filtración de la historia de Estados Unidos y sus políticos condenaron estas revelaciones, que pusieron «en peligro la vida de soldados estadounidenses y aliados».

Desde la filtración de documentos confidenciales en 2010, Assange se encuentra en la mira de Estados Unidos, país que busca su extradición desde Reino Unido para juzgarlo por 18 cargos, al considerarlo una amenaza para su seguridad nacional.

Una larga batalla legal

Desde entonces, el periodista australiano se ha visto envuelto en numerosos escándalos. Esta semana tuvo un relativo respiro después de que la Fiscalía de Suecia decidiera cerrar la investigación contra él por un presunto caso de violación en 2010; relativo, porque el cierre de dicha investigación podría facilitar su extradición a Estados Unidos.

La fiscalía explicó que abandonó el caso contra Assange por falta de pruebas claras para una acusación formal y señaló que, si la parte civil no impugna la decisión, cerca de 10 años de investigación se darán por concluidos en un claro fracaso para la justicia sueca.

En agosto de 2010, una mujer sueca, quien entonces tenía 30 años, denunció a Assange por supuestamente haber mantenido relaciones sexuales con ella mientras dormía, y sin preservativo. Ello, pese a que ella rechazó cualquier relación sin protección en varias ocasiones.

Entonces, la Fiscalía de Suecia emitió una orden de arresto contra el australiano por violación y cuando la policía se dispuso a detenerlo no lo encontró porque ya se dirigía a Londres, aunque después, a través de Twitter, Assange rechazó la acusación y aseguró que no tiene fundamento.

No obstante, el 7 de diciembre de 2010 Assange se entregó a la policía británica por los presuntos delitos sexuales de los que Suecia le acusaba. Sin embargo, una semana después un juez revocó la prisión preventiva y el fundador de WikiLeaks fue liberado bajo fianza tras el pago de 240 mil euros (casi 266 mil dólares).

Mientras Suecia preparaba su proceso de extradición, Assange volvió a filtrar en abril y agosto de 2011 documentos secretos del Pentágono sobre detenidos en la base de Guantánamo, así como informes del espionaje a funcionarios de las Naciones Unidas.

En mayo de 2012, el periodista perdió una batalla luego de que el Tribunal Supremo de Reino Unido diera luz verde a su extradición por el delito de violación, razón por la que en junio de ese año se refugió en la embajada ecuatoriana en Londres para evitar su extradición a Suecia.

Tras dos años de refugio en la sede diplomática, en junio de 2014 Assange pidió a Estados Unidos retirar la investigación contra WikiLeaks, mientras sus abogados exigían a Suecia la retirada de los cargos de violación contra su cliente. Al unísono, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) abrió una investigación sobre los supuestos delitos.

Dos años después, la ONU denunció que la detención de Assange es arbitraria y exigió a las autoridades suecas y británicas liberarlo de los cargos. Sin embargo, ambas naciones rechazaron la pesquisa de la organización por considerarla no vinculante; incluso amenazaron con detenerlo tan pronto abandonara la embajada ecuatoriana.

En noviembre de 2016 Assange fue interrogado por primera vez en la legación diplomática en Londres por el fiscal ecuatoriano Wilson Toainga, mediante un listado de preguntas formuladas por el Ministerio de Justicia sueco. El acusado insistió en su inocencia y declaró que la relación sexual con la sueca fue consentida.

A principios de 2017, el periodista australiano ofreció entregarse a cambio de la liberación de Chelsea Manning, responsable de filtrar más de 70 mil documentos a WikiLeaks.

Tras nueve años de prisión, la exsoldado fue liberada en mayo de 2018, luego de que su condena de 35 años fuese conmutada por el entonces presidente Barack Obama.

Assange permaneció refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres desde junio de 2012 hasta el 11 de abril del presente año, cuando las autoridades de Ecuador decidieron retirar su asilo diplomático debido a las violaciones de convenciones internacionales y del protocolo de convivencia.

Una vez expulsado, Assange fue arrestado por la policía británica y ahora permanece ingresado en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en espera de su posible extradición a Estados Unidos para rendir cuentas a la justicia por las filtraciones de WikiLeaks.

El fundador de la plataforma periodística tendrá una vista el 19 de diciembre, pero no será hasta el 25 de febrero que enfrente una audiencia de extradición a Estados Unidos, país que lo reclama por la filtración de miles de documentos secretos en su portal, cargos que pueden suponer una condena de hasta 170 años en prisión.

Vida de Assange corre peligro

Durante el tiempo que ha permanecido en la cárcel, el estado de salud de Assange se ha deteriorado, incluso su vida “corre peligro”, advirtió a principios de este mes el relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura, Nils Melzer.

Luego de visitar a Assange en la prisión, en mayo, junto con un equipo de médicos, Melzer aseguró que Assange muestra «todos los síntomas típicos de la exposición prolongada a la tortura psicológica, así como ansiedad crónica y traumatismos psicológicos intensos”.

Los pronósticos en torno a la resolución de su caso no son nada halagüeños en lo que a su salud y libertad se refiere, por lo que, hasta el final, su caso será el de una eterna dicotomía entre la defensa de la más absoluta libertad de expresión y periodística, y la del polémico dictado de la seguridad nacional.

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