Clama por apoyos la campeona mundial Ángeles Cruz

Fernando Hernández/Veracruz.- “Sí pude dar más, pero ellas (Kelekhsaeva y Ballard) están más preparadas que una. Ellas tienen más apoyos en todo. Primero que nada, una buena suplementación, a veces tengo y a veces no, con los alimentos también, porque no llevo dieta, ni una buena alimentación”.

Y a pesar de todo eso, la veracruzana Ángeles Cruz Hernández regresó a casa con tres medallas, un oro y dos bronces, del Campeonato Mundial Juvenil de halterofilia, celebrado la semana pasada en Arabia Saudita.

Eso sí, al llegar al aeropuerto “Heriberto Jara Corona” del puerto jarocho, estaba en primera fila el director del Instituto Veracruzano del Deporte (IVD), José Alberto Nava Lozano, para tomarse la foto con la levantadora de pesas, que ya es candidata al Premio Estatal del Deporte 2021.

Pero ella cruzó la puerta orgullosa, feliz, porque tuvo un gran resultado gracias al trabajo de Nilverio Pino y de la pulida que le dieron en la Selección Nacional, a pesar de las carencias que presentó durante la preparación, la jarocha logró medallas nacionales, panamericanas y ahora mundiales.

“Pero todo fue gracias al trabajo que hemos hecho durante nueve años”, agregó.

Ángeles tuvo un espacio para conocer un poco de Jeddah y se dijo agradecida con el trato de los anfitriones.

“Nos trataron super bien, bien bonito, nos llevaron a pasear en camello y me gustó mucho eso. Ya me había subido a un caballo, pero en un camello es muy distinto, está muy alto, me dio miedo (risas). Pero lo tenía que hacer porque quién sabe cuándo me volveré a subir a otro”, narró.

La oriunda de Tlalixcoyan sabe que si quiere volver a estar en un Mundial debe trabajar duro. Coincidió que la falla técnica en la tijera, a la hora del envión, debe corregirla para sumar más kilos en la tabla de posiciones.

“Soy la número uno del mundo en arranque (en 76 kilos Juvenil), eso es lo que me va a motivar, pero le tengo que echar más ganas para no perder ese lugar”, señaló.

Ángeles fue recibida por su madre que lloraba de alegría por volver a tener a su hija entre sus brazos, sabedora de lo que hizo y lo que tiene que hacer ahora.

Además, la halterista redondeó su retorno a casa cumpliendo un antojo que la persiguió en su aventura arábiga: Unos buenos tacos.

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