De qué murió Einstein y cómo robaron su cerebro

Redacción/Xalapa. Un día como hoy nació Albert Einstein, uno de los personajes más reconocidos en la historia que por varias generaciones ha sido inspiración de otras mentes creativas por sus grandes aportaciones a la ciencia del siglo XX.
En abril de 1955, a los 76 años de edad, el físico alemán autor de la Teoría de la Relatividad General falleció víctima de una hemorragia interna, provocada por la ruptura de un aneurisma aórtico abdominal de cual no quiso ser operado.
“Quiero irme cuando quiero. Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo haré con elegancia”, dijo para morir en el hospital de Princeton dos días después, dejando un legado que cambió al mundo.
El genio quiso tener un funeral modesto. De acuerdo con el libro “Paseando con Mr. Albert: un viaje a través de EE.UU. con el cerebro de Einstein”, de Michael Paternini, eligió ser incinerado para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de veneración. Sólo sus familiares cercanos acudieron a la cremación del cuerpo, aunque una parte de él no fue incinerada: su cerebro.
El patólogo Thomas Stoltz Harvey, quien realizó la autopsia, extrajo el órgano con el fin de conservarlo para que la ciencia del futuro pudiera descifrar la genialidad de Einstein. Así que lo mantuvo oculto durante varias décadas, hasta que finalmente lo devolvió a los laboratorios de Princeton, cuando tenía más de 80 años.
Información de Medicina UNAM.
