Redacción/El Demócrata. Mónica y Lizbeth Alejandra se aferraron a la vida y gracias al personal del Hospital General de Zona (HGZ) No. 8 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ganaron la batalla.
Mónica, la madre, al superar su condición de gravedad posterior al parto derivado de la preeclampsia que desarrolló, y Lizbeth Alejandra al nacer en forma prematura a las 26 semanas de gestación, con 30 centímetros de talla y 560 gramos de peso, 114 días después escriben un nuevo capítulo en sus vidas: tener el alta hospitalaria de la prematura.
El doctor Augusto Rafael Aguilera, pediatra neonatólogo del HGZ No. 8, mencionó que Lizbeth Alejandra se fue a casa el 29 de junio, con alimentación al seno materno, con 60 centímetros de talla y un kilo 800 gramos de peso, después de 114 días de estar al cuidado del personal dedicado a los neonatos, como en los últimos días en el servicio de Pediatría.
Explicó que las posibilidades de sobrevivencia de la pequeña eran mínimas; sin embargo, el equipo multidisciplinario integrado por neonatólogos, pediatras, enfermeras, nutricionistas, entre otros especialistas, aplicó su mayor esfuerzo para sacarla adelante.
“Lizbeth Alejandra se aferró a la vida. Desde el momento de nacer requirió oxígeno ante la inmadurez de sus pulmones; fue intubada y mantuvo la ventilación mecánica por más de 30 días; enfrentó y superó procesos infecciosos; recibió antibióticos de alto espectro; presentó debilidad ósea; fue alimentada con sonda, con leche especial para prematuro y con todo ello salió adelante. Es un caso muy especial para nosotros, se ganó nuestra admiración y cariño”, compartió el especialista.
Una de las enfermeras especialistas que estuvo al cuidado de la pequeña, Alma Rosa López, cuya labor se centró en checar sus signos vitales, alimentarla y verificar el funcionamiento del ventiladores, expuso que en el caso de esta pequeña, con una estancia tan prolongada, se forman vínculos afectivos al atenderlos, hablarles, bañarlos y darles de comer.
“La sentimos como nuestra hija, por ello su egreso por mejoría es motivo de gran alegría”, compartió.
Mónica, de 32 años de edad, narró que desconocía su estado de gravedad, pues padece de presión alta y atribuyó sus dolores de cabeza a tal condición; sin embargo, al acudir a consulta a la Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 61 en Córdoba le informaron que se encontraba embarazada y con preeclampsia, por lo que fue canalizada al HGZ No. 8.
“Ingreso al hospital el miércoles 3 de marzo con una presión arterial muy elevada; los médicos me dijeron que mi vida y la de mi bebé estaban en riesgo y aunque realizaron esfuerzos para disminuir mis niveles, por ende se añade el desprendimiento de la placenta, por lo que determinan realizar una cesárea cuatro días después, es decir, el domingo 7 de marzo. Las esperanzas de vida de mi hija eran mínimas, lo que fue devastador para mi esposo y para mí”, expresó.
Añadió que luego de la cirugía, a la niña la ingresaron a cunero patológico y ella permaneció hospitalizada por 15 días, también luchando por su vida.
“Pude conocer a mi bebé, a través del cristal a la semana de nacida y eso me dio fuerzas para mejorar, tenía que estar bien para ella”, recordó.
Enfatizó que llevarse a casa a su hija constituye la felicidad entera para ella y su familia y lo califica como un milagro y gran hazaña de los médicos, enfermeras y todo el personal que nunca las dejó solas; y aunque ambas sufrieron mucho, le dan gracias a Dios y al IMSS por hacer esto realidad.
“Estoy muy agradecida con el Seguro Social y su personal, gracias a sus cuidados y dedicación mi hija y yo estamos vivas”, finalizó Mónica.