Gabriel Vargas, cronista del habla popular

Ciudad de México/AlMomentoMX. Desde 1948 y hasta agosto de 2009, la historieta mexicana más conocida y más querida por muchos, “La Familia Burrón”, nos acompañó a quienes, por aquellos años, alimentamos la imaginación con los ‘cuentos de doña Borola’, a los que, para leerlos, era indispensable la buena disposición, el candor sin malicia -de esa que ya no hay- y el gusto por la carcajada hasta las lágrimas.

Por lo tanto, era de vital importancia hacerse de un ejemplar cada jueves y conocer las nuevas aventuras de los personajes más creíbles, amorosos e irreverentes de la plástica mexicana por más de medio siglo.

“La Familia Burrón” estaba compuesta por seis personajes importantes, cada uno bien ubicado en nuestros cariños filiales:

Don Borola, la –para ella- siempre atractiva y pelirroja habitante de la vecindad ubicada en el callejón del Cuajo número chorrocientos chochenta y chocho; su marido, don Regino Burrón, de profesión peluquero y dueño de El Rizo de Oro, peluquería con caramelo francés a la entrada. Sus dos hijos: la bella señorita Macuca Burrón, novia de El Tractor y Regino Burrón Tacuche, alias El Tejocote, por haber heredado las pecas y el pelo rojo de su madre.

Acompañan a la familia Fóforo Cantarranas, el niño al que quieren como hijo pero que es ‘el arrimado’ de la casa –según las ‘malditas’ vecinas habladoras y chismosas y por supuesto un miembro indispensable: el perro Wilson, que ladra en silencio y les mueve la cola y los acompaña en las buenas y en las malas. Es La Familia Burrón: para servir a ustedes.

Con estos personajes, y más, don Gabriel hizo la crónica de nuestro mundo mexicano de mediados del siglo XX; fue la crónica insustituible de los barrios pobres de la capital mexicana, la de las vecindades de codo con codo, la de los patios en donde conviven el albañil, el plomero, el vago, la chilapastrosa, el del mercado y muchas vecinas chismosas y bravas, pero también frágiles y al mismo tiempo solidarias sin aspavientos.

Alubita Salpicón, Satán Carroña, Boba Licona y Avelino Pilongano son sólo algunos de los personajes que acompañaron por 61 años a Doña Borola, Don Regino Burrón y a sus hijos. ¿Los recuerdas? Cada uno representa algún arquetipo de los mexicanos.

“Siempre me gustó el habla del pueblo, sobre todo cuando me encargaban mis primeros trabajos. Yo no sabía cómo hacer una historieta, pero sabía cómo es el lenguaje popular. No sólo es contar historias, sino saber cómo decir las cosas”, explicó en una entrevista Gabriel Vargas Bernal, autor de una de las historietas más longevas de México: La familia Burrón (se publicó desde 1948 hasta 2009).

Testigo de la vida popular del siglo XX, Gabriel Vargas recreó el lenguaje, modos y costumbres de una sociedad que dejaba atrás la Revolución y entraba en una era de modernización e industrialización.

Botón volver arriba