México tiene 58 especies de colibríes, de las que 18 están bajo amenaza
México, 24 de febrero/Notimex. Aguerrido, poderoso y dominante, de porte real y elegancia fina, así podríamos describir verdaderamente al Colibrí, ave que a primera vista parecería lo contrario para quien se deja llevar por las apariencias sin considerar su verdadera fortaleza.
No por nada los aztecas lo identificaron como la imagen de su Dios Huitzilopochtli, ya que se trata de un ave que, a pesar de su tamaño, resulta ser de las más fuertes para su tamaño, territoriales y dominantes, con la fuerza suficiente para volar grandes distancias y mantenerse en el aire firme para comer.
Así nos lo reveló el especialista de la Coordinación del programa Iniciativa de Conservación de Aves de Norteamérica (NABICI, por sus siglas en inglés) y temas de vida silvestre, Vicente Rodríguez Contreras.
Entrevistado en su oficina en las instalaciones de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) el investigador detalló que en todo México «tenemos 58 especies diferentes de colibrí».
Esto nos lleva a descubrir que en realidad no se trata de una sola especie, sino que existe una riqueza de la familia colibrí de las cuales por lo menos 18 están bajo una amenaza por lo que requieren de protección especial para su conservación.
Detalló que, aunque resulte difícil de creer, el colibrí es un ave «super aguerrida. Desde la forma en que vuela y cómo tiene la fuerza para sostenerse y maniobrar en el aire, pero sobre todo para defender su territorio», detalló.
Es por ello que las culturas prehispánicas lo consideraban como la imagen del Dios de la guerra, ya que esta pequeña ave es muy brava y suele enfrentarse con otras especies e incluso contra ejemplares de su misma especie cuando se trata de defender su territorio.
En la Ciudad de México es posible ver hasta 15 especies, de las cuales seis son las más comunes, y de ellas destaca la especie «Amazilia berylina», siendo la más aguerrida y territorial y que defiende a capa y espada sus territorios, detalló el biólogo.
Pero este pequeño guerrero, enfrenta hoy en día dos batallas importantes contra sus dos principales enemigos, la transformación de su hábitat por el hombre y el cambio climático, los cuales han generado que no solo ésta, sino otras especies de polinizadores estén viviendo una crisis a nivel mundial.
Rodríguez Contreras nos revela que el avance de las manchas urbanas ha generado que muchos de los hábitats donde esta ave solía vivir cambien sus condiciones, lo que se traduce en menos oportunidades para sobrevivir, sobre todo por tratarse de aves especializadas.
Al avanzar las ciudades, dijo, muchas zonas naturales con especies de plantas y flores endémicas han empezado a desaparecer, lo que ha generado estrés en la población de colibríes.
Pero ahora, dijo, tenemos también el cambio climático, el cual ha comenzado a afectar las condiciones climáticas que pueden generar un cambio en el hábitat natural de algunas especies de colibrí, como el de los bosques de niebla y que resulta de las más amenazadas.
«En México tenemos estos bosques de niebla muy ricos llenos de especies muy características y la mayoría está acostumbrado a vivir ahí. Sin embargo, el bosque de niebla se está perdiendo cada vez más a tasas más altas porque se está transformando o el mismo cambio climático los está cambiando».
Ante ello, es indispensable establecer estrategias que ayuden a la población a cobrar consciencia de esta especie y ayudar a una sana convivencia, independientemente del avance de la mancha urbana, agregó.
El especialista agregó que una práctica muy común para quienes han comenzado a cobrar consciencia de lo bello que es convivir con esta especie son los bebederos, aunque su manejo debe ser de manera inteligente, ya que de lo contrario los efectos pueden resultar adversos.
Manejo de bebederos deben ser de manera inteligente
Rodríguez Contreras nos explicó que por ello mismo, especialistas de colibríes se han reunido para debatir si es sano o no el uso de bebederos para estas aves, a lo cual llegaron a la conclusión que depende del hábitat en donde se coloquen.
Por ejemplo, si se vive en una zona rural o cerca de un área no urbanizada, colocar un bebedero podría hacer que las aves prefirieran el bebedero a polinizar las flores del lugar, ya que se trata de una fuente constante y segura de alimento.
Es por ello que para quienes viven en estas áreas lo recomendable es establecer los denominados Jardines para Colibríes, en donde se cuente con especies de flores ideales para estas aves y que a la vez ayuden a fortalecer su labor de polinizadores.
En tanto, para quienes viven en la ciudad, si es recomendable colocar bebederos ya que se trata de una fuente de alimento que ayuda a los colibríes a superar el estrés generado por la mancha urbana al contar con pocas fuentes de alimentación.
Para ello, el especialista detalló que lo recomendable es darles azúcar de caña con agua, en una porción de tres partes de agua por una de azúcar y cambiar ese néctar como máximo cada tres días para evitar que se fermente.
Asimismo, agregó que no es recomendable darles miel, ya que «no la pueden digerir» y terminarían por enfermarse.
Advirtió además que los néctares artificiales que se venden no son recomendables, ya que usan un colorante rojo que en otras especies de vertebrados pueden afectar los riñones, y si pensamos en el tamaño de los riñones de colibríes y de la cantidad de néctar que beben es indudable que afecte sus riñoncitos.
Además el experto advirtió que un peligro más al que se enfrenta esta ave es a la imagen mágica que se ha atribuido, ya que muchos los secan y usan como amuletos «para el amor», lo cual incluso ha generado algo de tráfico de estos ejemplares para ese fin.
Ante esta situación, el biólogo recomendó que no hay mejor experiencia de amor «que llevar a tu pareja a ver la belleza de estas aves en los bebederos o jardines especializados, en lugar de guardar un colibrí muerto en tu bolsillo».
Es así que, de esta manera, además de ayudar a esta ejemplar especie de aves se recupera la oportunidad de descubrir su fortaleza y belleza, lo que se convierte en una oportunidad de convivir con el que por mucho tiempo fue considerado «el Dios de la guerra».