Con apoyo oficial, tráfico de fentanilo en Golfo de México

El tráfico de fentanilo ha encontrado un asidero en el estado de Veracruz: con la protección de altos funcionarios del gobierno estatal, policías, militares y efectivos de la Guardia Nacional, esa droga es introducida a los puertos y luego exportada a Estados Unidos.

De acuerdo con La Opinión de México, en el caso de Veracruz –tierra de bandas y matones –las terminales portuarias involucradas en el trasiego son Veracruz, cuya terminal portuaria es una de las más importantes del mundo; le sigue Coatzacoalcos y a la lista se suma el puerto de Tuxpan, otro punto clave para el envío de la droga química que ha matado a más de cien mil estadunidenses en los últimos tres años.

De acuerdo con información consultada en la DEA, la agencia antidrogas norteamericana, el tráfico de fentanilo, así como de migrantes que provienen de Centroamérica ocurre con la protección oficial: altos funcionarios estatales, entre ellos el secretario de Gobierno, Erick Cisneros Burgos, aparecen señalados en expedientes debido al explosivo tráfico de drogas químicas por las terminales portuarias. Autoridades federales también están presuntamente involucradas.

Cisneros Burgos es uno de los fuertes aspirantes a la gubernatura del estado por parte del partido MORENA; compite en esa carrera política con Rocio Nahle, actual secretaría de Energía del Gobierno Federal.

Las redes del tráfico de fentanilo en Veracruz son operadas por los cárteles de Jalisco, Zetas Nueva Generación, cártel del Noreste, y el grupo de Los Chapitos, que se afincaron en el estado tras el triunfo de MORENA en el año 2018.

El narco, imparable

Tierra de caciques, bandas y capos, el estado de Veracruz sigue en manos del crimen organizado. Nadie ha podido, hasta ahora, poner freno a los amos de la mafia, por el contrario, éstos se arraigan más a grado tal que ya controlan la vida empresarial y política en los más de doscientos municipios de la entidad.

La violencia campea por todas partes, pese a la multiplicada presencia de militares, marinos y de la Guardia Nacional; sin embargo, los cárteles de la droga, particularmente Sinaloa, Jalisco y Noreste siguen en abierta disputa por el control territorial, clave por su ubicación geográfica, pues permite que grandes cargamentos se muevan a través de los puertos de Tuxpan, Veracruz y Coatzacoalcos, considerados como las terminales marítimas de la mafia.

Los puertos veracruzanos, de acuerdo con información de la DEA, la agencia antidrogas norteamericana, son clave para el trasiego de fentanilo hacia Estados Unidos. También para la recepción de precursores químicos procedentes de Asia. De ahí la preocupación del gobierno norteamericano que pidió al gobierno de México militarizar todos los puertos del país. Y así se hizo. Las órdenes de Washington se cumplieron. Pese a ello, el tráfico de la droga sintética continúa boyante.

En el Veracruz de Cuitláhuac García Jiménez no sólo operan, impunes, grupos criminales como el cártel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación: el territorio también es refugio de capos que delinquen en Chiapas, Querétaro, Estado de México, entre otros estados.

Con el presunto apoyo de autoridades estatales, en el sur de Veracruz se han afincado delincuentes dedicados al tráfico de drogas que provienen del Estado de México y que ya siembran terror y violencia en esa parte de la entidad.

Se trata de personajes que ostentan ranchos con pistas de aterrizaje y que poseen aviones y helicópteros; que lo mismo secuestran que intimidan y cuyo poder se ve reforzado por el respaldo de funcionarios de la Fiscalía de Veracruz y policías ministeriales.

Es el caso, por ejemplo, de Álvaro Sánchez Sánchez y/o Felipe Sánchez Sánchez, conocido en el mundo del hampa como “La tía”, “Pollo” y “Tartamudo, quien, además, está identificado por las autoridades del Estado de México y por la Fiscalía General de la República como un narcotraficante de altos vuelos que ha amasado una fortuna cuantiosa mediante el tráfico de drogas que introduce a México desde Centroamérica a través del estado de Chiapas.

Sánchez Sánchez, de acuerdo con la información consultada, encabezó, hasta antes de ser asesinado, una célula delictiva que tiene su base en el Estado de México, pero también tiene amplios dominios en Guerrero, Michoacán, Morelos y ahora opera en el sur de Veracruz, particularmente en los municipios de Jesús Carranza y otras demarcaciones de esa región.

Junto a Álvaro Sánchez y/o Felipe Sánchez trabaja Lorenzo Sánchez Sánchez, su hermano, quien responde al apodo de “Lencho” o “El Señor de los caballos”. Este último se quedó con el control de la organización luego del asesinato de Álvaro, quien fue abatido junto con su esposa y otros familiares el pasado 18 de abril en Querétaro. Del comando que lo ejecutó nada se sabe, hasta ahora, Las autoridades le aseguraron diez mil cabezas de ganado de alto registro, casas, armas y dinero en efectivo.

Su red de distribución era amplia. Movía una tonelada cada semana de droga a Estados Unidos.
Los nombres de Álvaro Sánchez y/o Felipe Sánchez salieron a relucir tras el pleito que enfrentó con él Jhovany Aguirre Benitez, un empresario ganadero afincado en el municipio veracruzano de Jesús Carranza que es originario del Luvianos, Estado de México.

Según cuenta Aguirre Benitez en una denuncia de hechos que presentó ante la Fiscalía General de la República (FGR), él conoció a Sánchez Sánchez en 2017 en el municipio de Luvianos, en una fiesta patronal de su pueblo. Se lo presentaron unos vecinos, según dijo, y trabaron una amistad que terminó en conflicto.

Aguirre Benitez dice ser un empresario dedicado a la ganadería desde hace varios años. A través de una red de transporte que posee distribuye ganado por varios estados y de ahí obtiene ganancias cuantiosas que le permiten tener una vida holgada, según declaró.

De acuerdo con su denuncia de hechos, a principios de diciembre de 2020 recibió una llamada en su celular. Era Álvaro Sánchez. Según relató, el presunto capo le dijo: “Mira, Jhovany, este año me ha ido muy mal en mi negocio por la línea de trasiego de Tapachula a Querétaro, y me he dado cuenta que tú tienes varios camiones donde transportas tu ganado, que tu empresa es muy reconocida y las empresas para las que trabajas también gozan de excelente prestigio; me he percatado que la policía no te revisa tus camiones. ¿Por qué no me ayudas a transportar droga, y así me apoyas a recuperarme un poco?

Jhovany Aguirre asegura en su denuncia que no dudó en su respuesta:
“No, viejo, no te confundas, a mi ese tipo de negocios no me interesan, discúlpame, pero no te puedo ayudar. Yo tengo una empresa limpia, que me ha costado toda una vida de trabajo y no la puedo exponer por ti ni por nadie”.

Algunos días después Sánchez Sánchez le volvió a llamar para insistirle en que entrara al negocio del tráfico de drogas, pero Aguirre Benítez dice que se negó de nueva cuenta. En un tercer intento, a principios de enero de 2021, según contó, el presunto capo, envalentonado por el alcohol, le volvió llamar y lanzó la amenaza directa: “Mira, hijo de tu reputa madre, si no estás conmigo estás en mi contra, y los que están en contra mía se los carga la chingada. No me quisiste ayudar a pesar de que te lo pedí varias veces y de la mejor manera. Ahora atente a las consecuencias. Te voy a matar, te voy a quebrar hijo de tu puta madre”.

En su testimonio ministerial, Jhovani Aguirre expone: …” Yo le colgué porque tengo entendido que este malandro le paga grandes cantidades de dinero a la Fiscalía de Veracruz, Ciudad de México, Estado de México, Querétaro, así como a la Guardia Nacional, a inteligencia financiera, a Femdo, SEIDO y él hace mucho hincapié en que le paga fuertes cantidades al fiscal regional de Coatzacoalcos” (Claudio Vega Ramos). En el entramado de protección con el que cuenta Sánchez Sánchez en Veracruz también es mencionado el nombre del José Wong Reyes, delegado regional de la Policía Ministerial con sede en Coatzacoalcos.

Y, en efecto, la negativa de Jhovani Aguirre tuvo consecuencias. Álvaro Sánchez movió sus influencias y preparó varias coartadas para vengarse. La primera andanada fue fabricarle acusación por robo con violencia. Para ello, les pagó a varias personas para que lo acusaran del despojo de 2,500 pesos a una señora. Se integró la carpeta 699/2021, radicada en Tlalnepantla, Estado de México.

De igual forma, mediante sobornos buscó a sus aliados en la policía y agentes ministeriales para enderezar otra denuncia contra Aguirre Benítez por el delito de trata de personas. “Ahí señalan que me dedico a prostituir a mujeres”, dice Aguirre en su denuncia. El caso llegó a la Fiscalía Especializada en Trata de Personas, en el Estado de México, y, pese a la falsedad, se integró la carpeta TOL/FPT/017/127144/21/05
Sánchez Sánchez también presentó denuncias en contra de Yuridia Gallardo Maldonado, esposa de Jhovany Aguirre; su hermano Fermín Aguirre, a quienes acusaron del delito de secuestro –carpetas 23/2021 y 710/2021 – y por si fuera poco el 14 de agosto del año pasado Jhovany Aguirre fue acusado de portación ilegal de arma y posesión de cocaína con fines de comercialización.

En su denuncia de hechos cuenta que ese día fue bajado violentamente de su vehículo. Los agentes pagados por Sánchez Sánchez revisaron su automóvil y debajo del asiento del copiloto sacaron una pistola calibre .380 que ellos mismos sembraron, relata.

Jhovany Aguirre fue puesto a disposición del Ministerio Público Federal y dieciséis horas después las autoridades realizaron otra revisión a su vehículo y hallaron un paquete con mil gramos de cocaína. Con base en el “hallazgo” fue acusado de portación de arma sin licencia y posesión de droga con fines de comercialización. El juez de la causa lo vinculó a proceso y desde entonces está preso en el reclusorio Norte de la ciudad de México.

De acuerdo con la denuncia que Aguirre presentó ante la FGR, poco antes de ser formalmente encarcelado, se presentó ante las autoridades Álvaro Sánchez. Ahí lo encaró y le dijo: “Ya valiste madre por pendejo, por no querer ayudarme, y nada más porque la policía fue grabada cuando fuiste detenido, porque de otro modo, te hubieran entregado conmigo y ahorita ya estuvieras quebrado.

A lo largo de más de un año de encarcelamiento, Jhovany ha demostrado la falsedad de las acusaciones en su contra. Cuando ya estaba por obtener su libertad, vino otro golpe de Álvaro Sánchez.

A través de uno de sus aliados, el comandante de la Policía Ministerial del Sur de Veracruz, José Wong Reyes, la madrugada del 27 de julio hombres encapuchados irrumpieron con violencia en el rancho “El Tapatío”, propiedad de Jhovany Aguirre, y se llevaron a dos mujeres trabajadoras –Madai Hernández y Laura Pedraza –, quienes fueron torturadas para que se declararan culpables del delito de secuestro.

Las mujeres detenidas fueron interrogadas a gritos. Les preguntaban si ellas eran cabecillas de la banda de secuestradores. A una de ellas le dijeron que si no se declaraba culpable iban a violar a su hija menor delante de ella, por lo que vivieron horas de terror y violencia.

Tras ser puestas a disposición de las autoridades, las dos mujeres fueron liberadas por falta de pruebas. Todo fue armado para intimidar y sembrar terror. El objetivo de Sánchez Sánchez, según dijeron las detenidas, era incriminar a su jefe –Jhovany Aguirre –ahora por el delito de secuestro.

La impunidad

El presunto capo Álvaro Sánchez, conocido como “El Tartamudo”, operaba en el estado de Veracruz. Cuenta con un rancho en Oluta, cerca del municipio de Acayucan, que dispone de pista de aterrizaje y helipuerto. Además, lugareños consultados afirman que también dispone de bodegas para almacenar drogas. Ante esto, las autoridades de Veracruz han cerrado los ojos, a pesar de que el gobernador, Cuitláhuac García, sostiene que su gobierno no tolera la delincuencia organizada.

En los reportes de inteligencia de las autoridades del Estado de México se referían a Álvaro Sánchez como cabeza de “una célula dedicada al tráfico de drogas”, pero en el organigrama criminal que presenta se da cuenta que lo que encabeza el llamado “Tartamudo” es un verdadero cártel. El 18 de abril de este año el capo fue abatido en su rancho “Los Tres Hermanos”, en Querétaro.

Se trata de toda una empresa –o varias –integradas por familiares, en su mayoría, que aparecen en redes sociales presumiendo ropa cara, autos de lujo y exhibiéndose en fiestas con grupos musicales famosos.

El cártel que desde el Estado de México dirigen Los Sánchez está integrado por varias piezas, entre otras, Gustavo Ortiz, “El Lobo” y Orfelina Rebollar Castelán.

Al mando, pero en segunda posición, figura Lorenzo Sánchez Sánchez, hermano de Álvaro Sánchez; se le conoce en el hampa como “El Señor de los caballos”. Debajo de Lorenzo Sánchez hay una lista de nueve operadores: Juan Carlos Cienfuegos Vera, Felipe Valero, Sergio Macedo, David Valero, Alexander León, Luis Alberto Benítez, José Manuel Benítez, Óscar Vallejo y Mónica Luna Ángeles.

La organización cuenta con amplios contactos en Centro y Sudamérica para enganchar droga; también disponen una red de distribución en Estados Unidos para el envío de dinero que la conforman nueve personas. Algunos nombres: Dexi Jiménez, Santa Guadalupe Guevara, Moisés Jiménez, entre otros que han sido identificados por las autoridades del Estado de México y la FGR.

Los informes refieren que la organización criminal cuenta con contactos en Honduras, de donde se abastecen de droga. La red también la componen nueve operadores.

El cártel dispone de hoteles, restaurantes, bodegas, red de transporte y, según las investigaciones, el jefe del grupo introduce la droga por Tapachula, Chiapas.

Desde hace unos tres años este capo, que extrañamente ha pasado desapercibido por las autoridades –se sabe que la Fiscalía de Veracruz está comprada –opera desde Oluta, pero en todo el sur de Veracruz cuenta con propiedades: ranchos, casas y dispone de amplia red de operadores para la recepción de cargamentos de droga.

Se afirma que suele llegar el aviones privados y helicópteros, pues sus ranchos cuentan con pistas de aterrizajes y helipuertos. Y lo peor es que vive en completa impunidad, pues con cañonazos de dinero ha comprado a la policía ministerial y a altos funcionarios de la Fiscalía de Veracruz que, por cierto, está sumida en el desprestigio.

Así florece el narco en Veracruz, con la protección de funcionarios estatales.

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