EUA puede equilibrar derechos humanos y seguridad fronteriza: HRW

Los Ángeles, 30 de octubre/Notimex. Si otros países pueden equilibrar los derechos humanos y la seguridad fronteriza, también lo puede hacer Estados Unidos, afirmó el director de derechos de los refugiados en la organización Human Rights Watch, Bill Frelick.

Independientemente de las preocupaciones que motivaron a miles de inmigrantes centroamericanos a formar una caravana en Estados Unidos en las últimas semanas, su viaje se ha convertido en una manifestación política y un circo mediático, señaló en una colaboración con Los Ángeles Times.

“La caravana no podría haber sido mejor cronometrada para agitar el frenesí antiinmigrante días antes de una elección crítica de mitad de período”, expresó el especialista en derechos humanos en referencia a los comicios legislativos estadunidenses del próximo 6 de noviembre.

El lunes, en un enfrentamiento entre los inmigrantes y guardias fronterizos en la frontera México-Guatemala, murió una persona.

En Washington, la administración de Donald Trump anunció que había comenzado a desplegar más de cinco mil tropas en servicio activo para mantener a los solicitantes de asilo e inmigrantes fuera de Estados Unidos, recordó el activista.

La caravana -agregó- plantea problemas reales en todos los lados del debate sobre la inmigración. Tanto Estados Unidos como México expresan preocupaciones legítimas de que los grupos más grandes de lo normal que cruzan las fronteras representan una amenaza para la seguridad.

Por otro lado, el fracaso de los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala para proteger a su gente de la violencia y el abuso, en parte perpetrado por fuerzas de seguridad entrenadas y financiadas por Estados Unidos, establece motivos de buena fe para que al menos algunos inmigrantes busquen asilo. 

Al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se acordó la Declaración Universal de los Derechos Humanos como la base para un orden mundial más humano, la tensión entre la soberanía del Estado y los derechos individuales se reflejó en una paradoja: la declaración consagró el derecho de cualquiera a abandonar un país, pero no garantizaba el derecho de entrar en otro.

Hubo una excepción: el derecho a buscar y disfrutar de asilo huyendo de la persecución, mencionó Frelick.

Ningún país quiere una afluencia de refugiados. El Líbano no pidió agregar a su población a un millón de sirios que huyen de la guerra. Bangladesh no invitó a 700 mil refugiados rohingya a cruzar desde Myanmar en el transcurso de unas pocas semanas el año pasado. Colombia no autorizó a tres mil venezolanos a ingresar todos los días en los últimos meses, dijo.

Comentó que estos y otros países han intentado, aunque de manera imperfecta, lograr el equilibrio necesario para proteger a los refugiados, generalmente con protección temporal general, al tiempo que restringen los movimientos de los inmigrantes o los analizan para detectar amenazas a la seguridad.

Estados Unidos recibió 331 mil 700 nuevas solicitudes de asilo en 2017 y solo tomó decisiones importantes en 65 mil 600 casos. Hay una acumulación de inmigración en Estados Unidos de aproximadamente 750 mil casos, recordó.

Los refugiados tienen derecho a buscar asilo, pero no el derecho a elegir el país de asilo. Estados Unidos tiene un acuerdo de tercer país seguro con Canadá. Puede negarse a examinar una solicitud de asilo de alguien que viaja a través de Canadá, porque Canadá, con estándares y procedimientos similares, se ha comprometido a asumir esa responsabilidad, afirmó

Pero ese no es el caso de México. Si bien el sistema de asilo de México ha mejorado en los últimos años, su policía y las fuerzas de inmigración continúan bloqueando el acceso a sus procedimientos de asilo con pocos recursos, indicó.

Al igual que otros países que reciben refugiados, Estados Unidos no solicitó este desafío. Pero por mucho que Estados Unidos tenga el derecho de decidir quién tiene permiso para ingresar y permanecer dentro de sus fronteras, también está obligado por tratado a no devolver a nadie, sin importar sus circunstancias económicas, a enfrentar amenazas reales a sus vidas y su libertad, dijo.

En ningún caso, la elección es simplemente una cuestión de fronteras abiertas o cerradas. Se trata, en cambio, de gestionar la migración y los derechos humanos. Asegurar las fronteras no es incompatible con proteger a los refugiados. Los Estados Unidos, como otros países, son capaces de hacer ambas cosas, finalizó el activista humanitario.

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